Uno de mis favoritos, suprimido de la página de Todorelatos
cuando el webmáster eliminó la categoría de Primera vez.
"Se "solla" con las bragas de meter corazones, de tanto sube y baja… De tanto responder a tantas oraciones con brazos de paja…"
Kutxi Romero, solista de "Marea", grita desde los auriculares de tu Mp3. Últimamente ya no sales sin él, te sientes desnudo y aburrido sin poder escuchar música que no sea la de la insulsa factoría de "Operación Triunfo". Llevas un buen rato mirando a esa mujer, pero no te atreves a avanzar. ¡Pero fíjate! ¡Está allí, ante ti, ofreciéndose a cualquiera! ¿Por qué iba a negarse? ¡Ni que lo que le quieres pedir fuera tan raro!
"Y yo sigo rumiando blandiendo mi espada, por todos los renglones… ¡Válgame, compañera! Sobran ratoneras para tus rincones…"
Bueno, sigue observándola un rato más. Total, no se va a quejar, las putas no se quejan por que las mires. ¡Oh, mira! Viene un cliente. Tendrás que posponer tu petición. Mira como la empieza ya a manosear ese cerdo. "¡Eh, cabrón! Guárdate algo para la cama". No llegas a decírselo, pero con pensarlo tienes suficiente. Mira cómo la besa, la está llenando de lengua el muy bastardo. Pero ella no se queda atrás, no, sus manos escarban por la camisa, por el pantalón, tocando nalgas, torso, y una verga que yace encerrada aunque
erecta en sus calzoncillos.
"Se desdicen los que dicen, que su musa ya no es virgen… que es la Virgen de la Luna… la de la palabra impura… la más puta, la que pide, cuatro capas de pintura… cuando no puede dormirse…"
Bueno, que se la lleve en su coche, tú puedes esperar. Llevas tanto tiempo fijándote en ella que seguro puedes dibujar su silueta de memoria. Inténtalo. Empieza por los pies. Zapatos pequeños, de tacón imposible… Sube. Sus piernas delgadas pero fuertes, encarceladas en la rejilla de las medias; sus muslos incitantes, podría decirse incluso que enloquecedores… Sigue subiendo, que esto te gusta. Su culo, quizá muy ancho, embutido en la minifalda de cuero; su cintura demasiado estrecha, pero igualmente atrayente; su vientrecillo plano, guardando la rosa arremolinada de su ombligo… Ya una erección muy leve empuja sin fuerza tus pantalones, pero sigue, no te pares. Sus pechos generosos, a los que les acaricias visualmente el relieve del pezón apretado en su pequeño top; su cuello de cisne, su cara de perfil griego, su melena rubia… no, su melena a secas, estás dibujando su silueta, recuerda, y las siluetas no saben de colores… Resumiendo, la mujer a la que llevas casi espiando dos días y a la que no te atreves a abordar, la que se ha marchado con la cara manchada de carmín (besar no es en balde para las putas) acompañando a un gordo
ejecutivo.
"Le pido que no venga que no quiero nada… más que lamer los huesos… que si aparece y quiere que la dé patadas, me la como a besos… y su carmín resbala que parece sangre, que forma nubarrones… Válgame, compañero! Ya no habrá más hambre que la que te comes…
Se desdicen los que dicen…"
Que su musa ya no es virgen… Exacto, ella ya no es virgen, pero como todo hijo de vecino, hubo un tiempo en el que lo fue. ¿Te imaginas cómo pudo ser por aquél entonces? ¡Venga, imagínatela! ¡Haz un esfuerzo, carajo! Tampoco es tan difícil. Sólo tendrás que quitarle... ¿Cuánto? ¿Ocho, diez años? Parece tener veinticinco, así que posiblemente fuera hace diez años. Imagina ese cuerpo con quince años. Cierra los ojos e imagina, que no te cuesta un duro.
Diez años… tienes que ir diez años atrás… nueve… ocho… siete, seis, cincocuatrotresdosuno… ¡A tomar por culo! Los viajes en el tiempo son muy fáciles. Es la primavera del 1996. Ella tiene quince años, va al instituto con su cuerpo de mujer saliéndole por el escote. Diez años dan para cambiar poco en la gente, la verdad. Por allí camina, con su cartera en un hombro, con su melena negra como la noche (¿No me digas que creías que era rubia? ¡Joder, si se nota a la legua que estaba teñida!). Su minifalda deja no una puerta, sino un enorme portal abierto a la imaginación sólo con subirse mínimamente sobre la rodilla. Tanto es así que las viejecitas cuchichean sobre lo golfa que se está volviendo la hija de la Marina cuando la ven pasar, aunque claro, con esa madre, qué se podía esperar. Y es que la Marina se ha tirado a medio barrio. Santiago, su marido, y hasta que se demuestre lo contrario, padre de la cría, debe tener unos cuernos como dos farolas. ¿A que sí, Pepa?
Bah, dejemos a las abuelas charlando, y sigamos a la jovencita. Se ha metido por esa calle, síguela, corre, que se escapa. Uf, has tenido suerte, se ha parado y está en el portal, esperando a que baje su amiga.
- Coño, Yaizha, ya era hora de que bajaras, me estaba quedando tiesa.
- ¡Joder, Mari! Tampoco es para tanto.- Mira, un nuevo dato, ya sabes que se llama María.
- Sí, eso díselo a mis pezones, que los tengo como si estuviera con Jon Bon Jovi, tía.
Yaizha ríe y su risa contagia a María. Siguen su camino, y tú detrás de ellas. Ves a un chaval que se acerca a las crías, es bajito, aunque no demasiado, quizá metro setenta, metro setenta y cinco como mucho, pero se le nota mayor que ellas, tendrá unos dieciocho años, vamos a ver qué dice.
- ¿Dónde van las chicas más guapas del barrio? ¡Y tan solas!- En fin... No es un Neruda, pero podría decirse que es un buen piropo.
- Isra, cariño, ¿Por qué no vas a tocarle los huevos a otra?- Toma contestación de María. La chiquilla no se anda con chiquitas.
"Cuando vengas a por mí… ¡Adiós delantal! La barraca la cierro… si me quedo en el redil, vete a olisquearle el ojete a otro perro que te haga más caso… que yo estoy aleteando de nuevo… que rompa tus vasos brindando tus pasos entre vuelo y vuelo…"
¿Qué es eso? ¿No me digas que no has apagado el Mp3? ¡No jodas! En esa época no había ni Mp3, ni "Marea", ni hostias… anda, apaga el dichoso trasto y vuélvete aquí. ¿Ya? Vale, sigamos la conversación, a ver de qué más nos enteramos.
- ¿Tienes un cigarro?- pregunta María, TU María.
El tal Isra sonríe. Israel se llama. De lo peorcito del barrio, a sus dieciocho años, chorizo y delincuente habitual, tiene más amigos en la cárcel que "El Lute", pero el cabrón se porta de puta madre con las chatis. Así le va. Tiene más mujeres locas por su polla que el mismísimo Miguel Bosé. Saca un paquete de "Fortuna" del bolsillo y extrae un cigarrillo de él.
- ¿Qué me das a cambio?- pregunta, con una sonrisa.
- Vamos, Isra, no me jodas. Dámelo que voy a llegar tarde a clase.
- Venga, cariño, dáselo, yo te lo pago.- Dice la tal Yaizha, acercándose a Israel y plantándole un beso en la boca. Pero un beso. Un beso como ha de ser. De tornillo, con lengua y todo. Ya te gustaría a ti que la Yaizha te cogiera por banda, lo leo en tus ojos. Y es que la Yaizha es mucha Yaizha, dulce como el azúcar y más puta que las gallinas. En la cama... Imagínate, dieciséis años a pleno rendimiento en dos metros cuadrados de sábanas.
- Va, coño, Yaizha, deja de dar el espectáculo, que nos toca con el "Doctor Doom" y ya sabes que la última vez llamó a mis padres.
- Pero es que tú te pasaste, cariño, que estuviste dos semanas sin aparecer por su clase y diciéndome que te cubriera. Mira por dónde, hoy te toca cubrirme a mí.
- ¡Joder, Yaizha! ¡Ésta me la guardo!- María coge el cigarrillo y se va haciéndose la ofendida.
¡Eh! Espera, ¿Dónde vas tan rápido, chaval? No la sigas, quédate un momentito aquí y escucha, que el Isra parece querer decir algo.
- ¿Qué le pasa a tu amiga?
- Na’, que es una estrecha.- dice, mientras se queda mirando como María se aleja.
- ¿Con ese cuerpo? No jodas…
- Lo que te digo, tron, si aún es virgen y todo. Sólo ha hecho mamadas y ya está…
- ¡Pero eso tendría que ser pecao’! ¡Una tía tan buena y no poder levantarla a pollazos!- descaradamente, la mano de Israel amasa el culazo de Yaizha, haciendo que su dedo índice juguetee con la entrada a su vagina sobre la tela de la ropa.
- Isra, para tío, vámonos de aquí que nos pueden ver mis viejos.- dice Yaizha, agarrando de la mano a Israel y marchándose de allí.
Vale, ahora que ya está todo visto en este sitio, sigamos a María. Da igual que la hayamos perdido de vista, sé dónde está su instituto, mira, por aquí. "Instituto San Roque". Ahí lo tienes. Pequeñito, pero un instituto de secundaria al fin y al cabo. Venga, entremos. Aquí está, 2º de B.U.P. A. Parece que están dando Física. Escucha al profesor.
- Señor Boronat. ¿Podría salir a resolver la ecuación o está demasiado ocupado charlando con su compañera?
Te cuento. Ése que sale a la pizarra es Saúl Boronat. Repetidor. Metro ochenta, espaldas anchas, cuerpo atlético, pelirrojo. El novio de María. Fíjate cómo lo mira ella. Se le van los ojos detrás de su trasero. Su tez se sonroja si la mirada de Saúl la acaricia.
Observa fijamente a María, mira cómo frota sus piernas, intentando calmar el calor que su chico ha despertado en su entrepierna.
Esta tarde han quedado. Se van a la zona de "Cánovas", de fiesta con toda la pandilla. Ahí es donde Saúl piensa insinuarlo y donde María espera que se lo insinúen. Sabes de lo que hablo. No necesitas más pistas, está suficientemente claro.
Bueno, hasta esta noche no ocurrirá nada interesante, así que vamos a dejar pasar el tiempo. Hemos viajado diez años al pasado, unas horas no serán problema. Venga, súbete conmigo al tejado. Mira cómo el sol corretea por el cielo, como si tuviera prisa en reunirse con las montañas. Allí va. El sol huye del mar y se suicida en las montañas, ves, ya atardeció. Una delicia controlar el tiempo.
Vamos hasta la plaza de Cánovas. A ellos les gusta mucho el "Urbano". El guarda los conoce y les deja pasar a pesar de no tener la edad. Mira, allí están. Saúl está pidiendo algo en la barra mientras María baila como una serpiente una canción de este cantante nuevo. Sí, hombre, Ricky Martin. Se le ven maneras al chaval. Vale, vale, ya sé que tú prefieres las letras de "Marea", pero son los 90, y aquí triunfa Ricky.
Bueno, fíjate cómo baila María. Dobla las rodillas y va descendiendo poco a poco, dejando que esa minifalda, aún más corta que la que llevaba esta mañana, deje entrever el brillo blanquecino de sus bragas. Un blanco, impoluto, inmaculado y virginal. Bien, pero no te quedes embobado sólo con eso. Mira su melena morena, ahora cae en bucles interminables sobre sus hombros, y el top insinúa de sus pechos lo poco que deja insinuar el apabullante escote que gasta. Tiene buenas tetas, a pesar de tener sólo quince años. Quince años, tres lustros, y mira qué bien se mueve. Baila como una posesa, llevada por el ritmazo latino de Ricky Martin.
Saúl ya se acerca con dos vasos de cubata. ¿Los ves desde aquí? Son dos de ron con coca-cola. No puede decirse que Saúl haya sido muy original, pero puede que sea la bebida más eficiente para echarse valor. Le da un vaso a María y el otro lo diezma hasta la mitad de un trago. Tranquilo, Saúl, la noche es joven, no vayas a cagarla. La chiquilla mantiene el vaso aún en su mano, mientras baila. Él deja el vaso medio lleno en la repisa que surca la pared. Bien, parece que Saúl se tranquiliza. Se pone a bailar con ella cuando suena lo último de Mecano (aquí sólo tú sabes que será realmente lo último del grupo). No lo hace mal del todo.
Pero mira quién entra por la puerta. ¡Oh, oh, oh, señores! ¡Todos en pie! ¡El rey ha entrado en el edificio! Isra atraviesa la puerta con Yaizha agarrada del brazo. El chaval se acerca a la barra. No se acerca. La salta literalmente y saluda al camarero como los buenos amigos que son. Coge cuatro vasos. Coge diez botellas. Como Pedro por su casa, oye. Mejor dicho, como Isra por el "Urbano". Combina como un profesional, un chorro de esto, unas gotas de aquello, una buena cantidad de esto de más acá… ¡Voilà! Termina la
preparación, le pega un buen trago a la botella de "Tía María" y vuelve a saltar la barra. Agarra los cuatro vasos con el combinado y se acerca a su pareja, que baila ahora con María. El líquido temblequea en la superficie con ademán de derramarse, pero el Isra sabe de esto y no se le escapa ni una gota.
- ¡Toma, machote! ¡Prueba éste!- Isra le pasa el combinado a Saúl, que lo inspecciona detenidamente.- ¡Venga, coño! ¡Es para beber, no para mirar!
María suelta una risita alegre y Saúl no se lo piensa. Vacía de una el trago en su garganta.
- ¡Joder, está bueno! ¿Qué es?
- ¡Ocho licores, "Blue Tropic" y limón! ¡El "Rompecunas" lo llamamos!
Saúl ya comprenderá por qué. Aunque eso no será hasta dentro de cinco minutos. Mientras tanto, tiene tiempo para seguir disfrutando la noche.
- ¡Tomad, nenas, pero despacito, que esto sube de la hostia!- Avisa el Isra.
- ¡Hostia! Esto está muy bueno.- dice primero Yaizha, luego secundada por María.
- Esto es la verdadera cultura de club. Yo os podría enseñar unas cositas, nenas.
Comienzan a rular los primeros porros de la noche. Isra, María, Yaizha, Isra… El canuto va pasando de mano en mano hasta que el humo es prácticamente fuego que se aloja en los pulmones. Entonces sólo hay que liar otro y el ciclo se repite. El humo de la maría rodea a María. Obsérvala, sonríe. Tiene una sonrisa preciosa. María y maría, qué gran combinación.
Observa a Saúl. Comienza a tambalearse casi imperceptiblemente. Se apoya en la pared con una mano, la otra viaja a su frente, intentando despejar la bruma que el combinado del Isra ha convocado en su mente. No puede. El alcohol ha tomado el puesto de control y lo último que quiere es quedar como un imbécil delante de María, su Mary. Por que él no la llama María, ni Mari, sino Mary. Su reina Mary, como el "Queen Mary".
- Mary, espérame, que voy al baño.- Dice, haciendo un supremo esfuerzo por que la lengua no se le trabe.
- Bien… pero no tardes, cariño…- la rojez de las mejillas indica que no sólo a Saúl ha afectado la bebida.
Sin saber aún cómo, María descubre otro combinado en su mano, mientras que el "Rompecunas" reposa su corteza vacía y seca en el suelo. María engulle sin contemplaciones el nuevo licor en su poder, y las luces comienzan a alargarse a cada giro de la cabeza. La gente parece más feliz y ocurrente que de costumbre y María tiene ganas de reírse estruendosamente. Baila, tambaleándose ahora, sin saber cuál es la música que suena. ¿Seguridad Social? ¿Dover? No importa. El mundo es un baile continuo y quien no baila se queda atrás. María se mueve, baila, se tambalea, se cae… Dos manos fuertes la agarran antes de que se desplome en el suelo.
- Cariño, vámonos de aquí, que no te encuentras bien.
- ¿Eres tú, Saúl?- La mirada de María se ha cubierto con un vapor etílico que sólo le deja ver siluetas difusas.
- Claro que sí, cariño. Venga, salgamos de aquí.- Sí, salen. Salgamos con ellos.
María y su hombre salen abrazados del pafeto. María se cuelga del cuello de su acompañante para no caer, pues sus piernas se han convertido en gelatina. Gelatina al alcohol. Pierde un zapato, que obliga a su compañero a volver hacia atrás para recuperarlo. Caminan unos metros, hasta que se paran delante de un coche blanco. Él saca unas llaves del bolsillo y abre la puerta de atrás.
- Venga, siéntate, que te llevo a casa.- María obedece, no encuentra ninguna razón para no hacerlo. Se sienta en el asiento trasero del coche mientras aún se escucha a lo lejos la música del local.
Sigámosla, entremos también en el coche. Ponte tú a su derecha y yo a su izquierda. Obsérvala ahí sentada. Fíjate en sus piernas, impúdicamente abiertas, subiendo la faldilla negra por sus muslos. ¡Qué muslos! Prietos y jóvenes, atractivos, ¿No dan ganas de estrujarlos, de besarlos? Fíjate la indecencia de sus piernas desnudas, como caen con perversa inocencia sobre el asiento. Pero ahí no acaba todo, ni mucho menos, fíjate en sus cabellos húmedos pegados a la cara, enmarcando su naricilla graciosa, sus ojazos negros, sus pómulos divinamente seductores, ligeramente sonrojados por efecto del alcohol ¿Hay acaso imagen más bella? Pierde tu mirada por su boca decorada con carmín, que resalta aún más esos labios carnosos. ¿No dan ganas de probarlos? Aun sabiendo lo que han hecho en un pasado, ¿No parecen los más inocentes del mundo? Pero aún queda lo mejor, sus pechos. Desde donde estás sentado puedes contemplar el escote con una posición privilegiada. Palco de Honor a las Tetas de María. No conozco palabras para describirlas, usa tu imaginación. Simplemente perfectas. Observa esa piel perlada de sudor, esas gotitas jubilosas que salpican sus núbiles pechos. Y mejor aún, fíjate en el montículo que forman los pezones bajo la tela de su ropa. Nada comparable al monte de tu entrepierna, pero indudablemente mucho más eróticos.
El chaval arranca el coche. María se ve empotrada en el asiento con la aceleración. No puedes pedirle suavidad a un "Ford Escort" del 85. Se reincorpora, no tenía ni idea de que Saúl supiera conducir, pero eso no importa, da igual que se alejen del pub, ella aún sigue escuchando la música, y se mueve al compás de sus notas. Se fija en el conductor. Su pelo negro cae en media melena y le impide ver la cara.
- ¿Te has teñido el pelo, Saúl? Me gustabas más antes, cuando eras pelirrojo.- Y se ríe.
María se ríe y su risa mariposea en el aire enturbiado del coche. El aroma fresco y frutal de su risa se confunde con el de su perfume, y con el agrio olor del sudor, y con el de la gasolina. Al otro lado del cristal, pasan como flechas las farolas y los semáforos, te lo digo por que sé que ahora mismo no tienes ojos más que para ella. La estás disfrutando, la estás degustando, a ella y a cada centímetro de su piel de melocotón. Por eso te digo lo que hay fuera, aunque no te importe, pero sirve para completar la historia.
El coche se detiene. Israel la ayuda a bajar. Sí, lo puedo decir porque ya debes haberlo adivinado, no está con su novio, sino con el Isra. Saúl se iría el día siguiente de la ciudad, con su familia. Le dijeron de quedarse una semana o un mes para despedirse, pero no quiso. Hizo las maletas y se piró de la ciudad. Pero ahora no hablamos de Saúl. Ahora vamos detrás de Israel y María, y seguimos sus pasos vacilantes y lentos. Veamos como el joven la lleva hasta el portal, y prácticamente la sube en volandas por las escaleras. Abre la puerta a sabiendas de que va a estar solo. Sus padres se han ido de viaje con su hermano pequeño, mientras que su hermana anda de fiesta también por ahí.
- Te veo más bajito, Saúl… Hoy estás muy raro…- susurra María, pero no dice nada más. No tiene ganas de decir nada más, quiere abandonarse a esa neblina que cae sobre su mente. Tiene ganas de dormir y de esperar a mañana, a ver si se levanta más despejada.
Pasemos antes de que Israel cierre la puerta. Mira, va a la habitación de sus padres, con la chiquilla en brazos. La deja suavemente sobre la cama. El Isra cuando quiere puede ser muy suave. Tan suave como la piel de María. Bueno, quizá no tanto. La piel de una quinceañera es punto y aparte en la suavidad absoluta.
María parece estar en otro mundo, casi no responde, agarrotada en las brumas del alcohol y del sueño no sabe, no comprende, pero se deja llevar por esas manos que tan dulces están siendo con ella. Manos dulces pero expertas que la acarician, que la van despojando de sus prendas íntimas, buceando bajo la falda. Las braguitas blancas vuelan, y acaban sobre el sinfonier, al ladito de la imagen de la madre del Isra.
La chiquilla sigue a lo suyo, intentando averiguar qué hacen esas manos que la desnudan, que le quitan la camiseta, la minifalda, las medias… que la dejan como su madre, Marina, aquella mujer infiel, la trajo al mundo. María está desnuda y no sabe por qué. Sigue sin entender nada… ¿eh? ¿Qué es eso que le golpea la cara? Una verga… esto sí que lo conoce, sabe lo que hacer con ella. Se la mete en la boca, llega hasta el fondo. Resiste las arcadas y sigue saboreando el miembro de su compañero, mientras las manos del Isra acarician la hendidura de su sexo. María gime, suspira, se le pone la piel de gallina. El Isra no es un novato en esto, que sabe lo que hace. Su mano sube y baja, extasiando los labios del sexo juvenil, y luego se posa sobre el clítoris, que se yergue como un dardo ardiente, erecto y suave, surgiendo ya sin timidez del capuchón que le forman los labios menores.
Observa la imagen. Israel de pie, en el suelo, al lado de la cama, con su verga enterrada en la boca de María. Virgen María. Ella tumbada en la cama, con su sexo babeante por el trabajo de los dedos del Isra. ¿Te has dado cuenta que María tiene el sexo depilado? Parece que se había preparado a conciencia para su Saúl y, ahora, la verga que recibirán será la de Israel.
Los labios de la joven reanudan su subibaja lúbrico, ayudados por la lengua. Una lengua que se halla entumecida por el alcohol, pero que sigue acariciando con dulzura y sapiencia la tranca de Israel. María gime extasiada a causa de esos dedos que pelean amistosamente con su clítoris. Siente la verga de su compañero alejarse de ella, con manchas de carmín por toda su longitud, hasta los testículos, que también se plagan de
besos rojizos que batallan con la oscuridad del vello púbico de Israel. Se aleja de su boca, y se acerca a su entrepierna, pero María la tapa con sus manos.
- No, Saúl, no… no lo hagas.
Israel desobedece. De todas formas se lo ha dicho a Saúl, y él no es Saúl. Separa sus manos con las suyas, y besa dulcemente el clítoris inflamado y erecto. Un relámpago cruza el cuerpo de María, que tiembla y grita. Sus manos pierden fuerza, como también su voluntad de seguir virgen. Nota de nuevo esos labios sobre su sexo. Se siente volar cuando uno, dos, tres dedos se internan en su intimidad. Suspira. Arquea su cuerpo. Jadea. Se eleva sobre sí misma. Gime. Sobrevuela su cuerpo y el de su moreno acompañante. ¿Moreno? Saúl es pelirrojo, el único moreno… ¡Grita! Grita y con su grito el vuelo se convierte en un huracán en el interior de la habitación. Gira, se mueve, se convulsiona y dirige con sus manos la morena cabellera de su amante. El orgasmo la azota con una intensidad de límites insospechados. Mientras se recupera, poco a poco, del orgasmo, y el sudor que se le acumula en la piel resbala hacia las sábanas, dice algo entre jadeos.
- ¿Isra?
- Sí, cariño. Mejor que aprendas con un experto antes de decepcionar a tu amiguito.- El joven ya se coloca en posición, su miembro aparece erecto y amenazante.
- No, Isra, no…- demasiado tarde. El Isra se ha colado. Rompiendo lo que había que romper. El dolor ha sido un latigazo que le ha quitado la respiración. La penetración le ha dejado sin aire un momento, pero la molestia parece esfumarse rápidamente.
Israel no se mueve. Espera que el cuerpo de María se acostumbre al nuevo invasor. No tarda mucho. O tarda eternidades. ¿Qué piensas? ¿Con qué comparamos el tiempo? No se puede. En esos casos, simplemente, no se puede. Podría decirse que pasado un tiempo, Israel comienza su movimiento, mientras María parece hacer ademán de intentar zafarse, pero entre el alcohol, el peso de Israel y, por qué no decirlo, su cachondez, comienza a desear seguir. Seguir dejando que esa verga le perfore las entrañas, le entre hasta el estómago. Más hondo, cada vez más hondo. Tiene ganas de su primera vez concluya de manera fantástica con Israel. Tiene ganas de que ese miembro, el más grande que ha tenido, el único que no pertenece a un adolescente que aún crece, sino a un hombre desarrollado, con su fuerza, con su rabia, con su experiencia en el sexo, tiene ganas de que ese miembro siga penetrándola como ahora.
Siente su cuerpo arder. Sus piernas abrazan la cintura de Israel, mientras los brazos hacen lo propio con el cuello. Sus labios buscan los del compañero, y ya no le importa que sea Israel, que sea el adolescente Saúl, o que seas tú. Besa para apagar los gritos de placer que remueven montañas; las montañas de sus pechos, que viajan arriba y abajo, al ritmo de la agitadísima respiración, que aumenta la velocidad del corazón de María, que tamborilea enloquecido marcando un redoble para recibir la sensación del placer más
absoluto. Los labios de María sueltan los del compañero, su lengua desenreda los nudos atados en su tocaya. Respira, y con esa bocanada de aire comienza Israel a potenciar la velocidad de sus arremetidas. Y el calor aumenta, y se distribuye por todo el vientre, arrancando un homigueo que se vuelve en una explosión de sensaciones que acaban con una lucha de fluidos en la cavidad de María, mientras los cuerpos desnudos se derrumban abrazados, cubiertos de sudor sobre las sábanas.
Aún con la sensación del clímax mandando relámpagos de placer por todo el cuerpo, María, la ex-virgen María, cierra los ojos y se duerme. Su cuerpo se abraza al descanso que ofrece la cama mientras su vagina recién estrenada derrama sobre las sábanas mezclas de fluidos bisexuales, cruzados por un hilillo inconsistente de sangre que cae sobre la cama.
Obsérvala desnuda y dormida por última vez para ti, que tienes, tenemos, que volver al tiempo que nos corresponde. Mira los sonrosados y aún erectos pezones, los pies pequeños, todo eso que antes no podías ver por culpa de la ropa. Mira también el color de sus labios, todos, los de arriba y los de abajo. Los de arriba sin pintalabios, los de abajo abiertos, usados, expuestos ante ti. Por último échale una ojeada a la bendita expresión de placidez que posee su cara cuando duerme. Casi como un ángel. O quizá más que un
ángel.
Bien. Abre los ojos. Vuelve a la realidad. Estamos en el 2006. Estás apoyado en una esquina esperando que María vuelva de follarse a un cliente. Justo a tiempo. Allí está. Sale del coche, se mete el dinero en las botas y sigue con lo suyo. Antes de acercarte aún la puedes ver como hace diez años. Adolescente bonita. Ahora es una mujer bonita. No vas a ponerte a poetizar sobre sus ojos negros como la noche o su cuerpo marfileño… Simplemente vuelves a poner en "Play" el pausado Mp3 y te acercas a ella.
"Y los poetas que te cantan que se vayan todos a tomar por culo, que como me ponga chulo voy a hacer alunizajes… A cualquier hipermercado, de esos que venden versos y sonetos, y en algún sucio paraje en cualquier hoyo los meto… y no me he de poner trajes… para cagarme en sus muertos…"
Sigue la canción de "Marea" mientras te acercas, temeroso de que te mande a la mierda a las primeras de cambio. Pero… ¿Es tan raro lo que le vas a pedir? ¿Qué te podría decir? Cruzas la carretera escuchando aún las rimas-consejos del gran Kutxi.
"Mientras me barro los pies, pa’ no casarme con nadie que quiera exprimir la vaca, y en cada mano una faca… pa’ que siempre corra el aire"
- ¿Cuánto?
- 50 euros el completo chato.
- ¿Y cuánto por ser mi reina, Mary?
- ¿Saúl?
Te quitas la gorra y pasas una mano por tu cabellera rojiza. Sus ojos siguen igual de bonitos y negros, piensas, mientras recuerdas aquél cuerpo virgen bailando contigo en el pub "Urbano" hace diez años.
"¡Válgame, virgencita! Ser puta y bendita se hizo para ti…"
5 comentarios:
Narrativa de altos vuelos. La segunda persona es tremendamente jodida y ha transmitido mucha naturalidad durante todo el relato. Tan solo una expresión que me resultó peculiar, diezmar hasta la mitad.
Muy lograda esa inocencia con la que se mira todo con quince años y esa nostalgia con la que se recuerda diez años después. Para alguien de Benicalap el San Roque me ha sacado una sonrisa y para alguien del 76 Cánovas ni te cuento.
Ritmo muy adecuado a esa especie de romanticismo nostálgico, muy lograda la segunda persona, la mezcla entre prosa poética y expresiones cotidianas acertada, ¡coño!, que me ha gustado mucho, triste en su justa medida sin pasarse y caer en lo moñas.
Saludetes
¿Cómo puedes escribir alto tan romántico sin ser ñoñas o excesivamente azucarado? Enhorabuena por esta gran historia. Pensé que iba a tratarse de un fantasma, un alma en pena, oye, como un relato tuyo que había leído hace muuuucho. Pero es mucho más brutal así como está: Un reencuentro tras tantos años, con la vida habiendo hecho mucha mella.
Obviamente me he perdido en un par de cosas, pero por el contexto los he medio adivinado.
Por último, no sabía que la expresión "en balde" también lo usan los españoles. Muchas veces lo he cambiado a "en vano" porque pensé que sería un localismo de estos lares.
Muy, muy bien.
*moñas...
xD
Gracias a los dos...
Longino, no sabía que eras de mi barrio, coñes! Nos habremos visto y todo... lo cierto es que este relato me gusta por esa mezcla de personas que hago. Es una segunda que narra en tercera pero intercala primera en un par de momentos. Solo porque eso lo haya conseguido yo solito sin que me explote la cabeza, me ha merecido la pena..
Vieri, ya soy muy moñas fuera de los relatos, serlo también dentro sería abusar. Y sí, aquí también se usa "en balde" aunque es, por decirlo de alguna forma menos antiguo o coloquial que "en vano", pero están casi a la par.
Gracias por comentar
Nunca te había leído, imperdonable ya que eres uno de los grandes, y veo que me he perdido mucho; buen relato, perfectamente escrito, con ritmo sostenido y el giro final da la puntilla a una excelente historia. Los personajes están tratados con delicadeza pese a tratar un tema espinoso, desde el prota un poco tonto hasta el canalla del isra, desde la amiga un poco pava hasta la prota María, caída en manos del canalla. El manejo de la lengua es brillante y se deja leer muy bien, he pasado un buen rato leyéndote, señal de que enganchas desde el principio.
En resumen, soberbio
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